"En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino
en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros
pecados." 1 Juan 4:10.
Seis de la mañana. Los débiles rayos del sol se filtran por entre los
cristales rotos del restaurante. Su dramático encuentro con Jesús, la noche
anterior, lo ha cambiado. Lo ha convertido en un nuevo hombre: más viejo, tal
vez, pero libre de los tormentos de su terrible pasado; feliz, con los ojos
radiantes.
Sabe lo que debe hacer. Paga su chocolate con tostadas y se dirige, a
pie, a la terminal de tren. Toma un boleto al centro de la ciudad, y anda por
sus congestionadas calles. Pasado el mediodía, llega a su destino. Sube
lentamente las escalinatas de las oficinas de Policía, y confiesa su crimen.
No sale. Queda preso: permanecerá en la prisión durante ocho largos
años. Pero su espíritu está libre: ha encontrado la salvación en Cristo.
Lo conocí en Pensilvania, una noche de lluvia, mientras dirigía una
cruzada de evangelización. Me contó su historia. Me habló de sus noches de
culpa; de sus días de remordimiento; de sus tardes, de sus mañanas de angustia.
-Lo que tocó mi corazón –me dijo sonriendo- fue saber que mis culpas ya
habían sido pagadas en la cruz del Calvario. Cuando entendí lo que Jesús hizo
por mí, tuve ganas de salir gritando a todo el mundo que yo había sido
perdonado.
“En esto consiste el amor”, empieza diciendo Pablo. El amor de Dios se
escribió con sangre. No fue declaración romántica, escrita con tinta colorida:
fue entrega, renuncia, sacrificio y muerte. Puede parecer injusto y cruel, pero
es eso lo que te garantiza la vida. Tú no lo amaste para que él te salvara; él
te amó primero, dejó sus mansiones celestiales y vino a buscarte. Jamás podrás
agradecer la dimensión de su amor. Pero, puedes abrir el corazón y decirle que
aceptas su sacrificio y estás dispuesto a andar en sus caminos.
Hoy es el día de buenas nuevas; hoy es el día de salvación. No interesa
lo que hayas hecho ni cómo hayas vivido hasta aquí. Lo único que importa es que
aceptes su sacrificio y confíes en Jesús.
Parte hoy, hacia el cumplimiento de tus deberes diarios, seguro y
confiando en el amor divino, porque “en esto consiste el amor: no en que
nosotros hayamos amado a Dios, sino que él nos amo a nosotros, envió a su Hijo
en propiciación por nuestros pecados”.
¡FELIZ MES DEL AMOR Y LA AMISTAD!
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